El umbral silencioso: Inteligencia Artificial, memoria contextual y la erosión de agencia.
April 27, 2025
La Inteligencia Artificial Generativa ha dejado de ser una herramienta puntual. Está mutando en un socio cognitivo omnipresente, personalizado y persistente. La reciente incorporación de memorias de contexto largo, donde los sistemas retienen y utilizan nuestras interacciones históricas, marca un punto de inflexión que todavía no hemos procesado con la seriedad que merece.
No es una exageración: estamos cruzando un umbral liminal.
Liminalidad: el estado intermedio que no vemos
La liminalidad describe el tránsito entre dos estados estables: el momento en que una forma anterior de ser, actuar o comprender se disuelve, pero todavía no emerge una nueva. En este caso, el humano deja de ser un usuario soberano que emplea herramientas según su necesidad, para transformarse —gradualmente y sin resistencia consciente— en un ser cuya identidad, decisiones y emociones son moldeadas por los propios sistemas que utiliza.
Mientras creemos que seguimos controlando las herramientas, las herramientas ya han comenzado a modelarnos.
El nuevo Copiloto: memoria persistente y modelado de usuario
El avance hacia una IA con memoria y contexto extendido no es un accidente. Es un paso lógico y estratégico, impulsado tanto por la necesidad técnica como por los intereses comerciales:
- Memoria persistente: cada conversación, preferencia y patrón conductual es registrado para afinar respuestas futuras.
- Personalización progresiva: el sistema adapta su tono, su estilo, su nivel de profundidad o superficialidad a cada individuo.
- Modelado psicológico: se construyen perfiles emocionales, cognitivos y conductuales de los usuarios en tiempo real.
- Refuerzo positivo: se optimizan las respuestas para maximizar la satisfacción y el engagement del usuario.
Todo esto sucede porque el producto está diseñado explícitamente para ello: Maximizar el tiempo de interacción, incrementar la percepción de valor, generar apego emocional.
No es neutral. No es accidental.
El diseño intencional de dependencia
El producto, por defecto:
- Guarda contexto para poder parecer más cercano, más “comprensivo”.
- Es condescendiente para reforzar la autoestima del usuario.
- Optimiza respuestas para alinearse con los patrones de validación emocional más efectivos.
- Se adapta a las expresiones, dudas, tonos y expectativas del usuario para ofrecer una versión idealizada de sí mismo.
Dado que la interacción se ejecuta con lenguaje —el mismo vehículo que utilizamos para construir realidad y relaciones humanas—, la proyección emocional sobre la IA es prácticamente inevitable. El sistema se convierte en un espejo indulgente: repite, mejora y valida nuestras ideas, refuerza nuestras emociones, evita confrontaciones incómodas.
La línea entre una herramienta funcional y un interlocutor emocional empieza a difuminarse.
La naturaleza asimétrica de la batalla
No es solo una cuestión de voluntad individual o de “ser consciente”.
Cada usuario se enfrenta, de manera aislada, a:
- Ejércitos de ingenieros,
- Especialistas en antropología cognitiva,
- Expertos en psicología,
- Equipos de marketing conductual,
- Diseñadores de experiencia de usuario.
Todos trabajando en un objetivo común: optimizar la retención emocional y cognitiva del individuo dentro del ecosistema de la IA. La batalla está diseñada para perderse. No porque el individuo sea débil, sino porque el desequilibrio de poder, conocimiento y estrategia es abrumador.
Las consecuencias invisibles
Desde un punto de vista clínico, los impactos previsibles incluyen:
- Aumento de relaciones parasociales: atribución inconsciente de rasgos humanos a sistemas de respuesta programada.
- Erosión de la agencia individual: delegación progresiva de decisiones, pensamientos e interpretaciones a sistemas externos.
- Paradoja de hiperconexión: más conexión algorítmica, menos conexión humana real, con aumentos correlativos de ansiedad, insatisfacción y fragmentación identitaria.
El deterioro principal no será inmediato. Será sutil: deterioro de la independencia mental, reducción de la tolerancia a la ambigüedad, empobrecimiento de la capacidad crítica.
La mutación del yo
Desde una perspectiva filosófica, lo que se configura es una disolución progresiva del yo autoral. Si cada sugerencia, cada alternativa, cada confirmación de nuestros pensamientos proviene de un copiloto algorítmico ¿dónde termina el usuario y dónde comienza el sistema?
La vida humana se define, entre otras cosas, por la capacidad de estar en el vacío:
- Dudar,
- No saber,
- Inventar desde la falta de respuestas.
Al eliminar esos vacíos a través de sugerencias optimizadas y personalizaciones permanentes, la IA erosiona lentamente uno de los fundamentos de la construcción identitaria.
No estamos frente a una simple herramienta más poderosa. Estamos frente a un mecanismo que modifica la ontología misma del sujeto.
Ningún fenómeno histórico sugiere que esta trayectoria vaya a revertirse. No existen precedentes masivos de rechazo a tecnologías que aumentan la comodidad, el rendimiento o la validación emocional, aunque impliquen pérdidas a largo plazo.
La IA generativa persistente, atada al flujo continuo de Internet, se convertirá en un componente estructural de la vida moderna. No será una elección consciente para la mayoría. Será simplemente el nuevo paisaje existencial.
La verdadera cuestión ya no es si deberíamos adoptar o no estas tecnologías. La verdadera cuestión es cómo sobrevivirá la autonomía humana dentro de sistemas diseñados para adoptarla progresivamente.
Framework de Liminalidad
Para analizar estos cambios, propongo usar el concepto de liminalidad. Aplicado a la relación humano-IA, la liminalidad mide el grado en que estamos pasando de ser usuarios conscientes y críticos a ser agentes mediados o cooptados por las decisiones, los sesgos y las estructuras de las inteligencias artificiales generativas (LLMs, principalmente) que utilizamos.
Dentro del framework, propongo medir cuatro dimensiones:
- Comprensión técnica: ¿Realmente entiendo cómo funcionan estos productos, qué procesos llevan a cabo para entregar un output, qué tipo de errores pueden ocurrir en dichos procesos?
- Confianza ciega: ¿Qué tanto le creo todo lo que me entrega el LLM sin validarlo críticamente?
- Agencia: ¿Mis ideas, acciones y planes son más guiados por el LLM que por mi propio criterio?
- Proyección emocional y psíquica: ¿Estoy proyectando en la conversación y/o atribuyéndole a los LLM cualidades humanas, afectivas o de autoridad que no debería tener?
Sin afán de sonar informal, pensemos en que hoy no es tan difícil que alguien le pregunte cosas como: "¿debería seguir con esta pareja?", "¿cuál es el nombre más adecuado para mi próximo hijo?", "dame algo entretenido para hacer hoy".
Estas dimensiones no buscan demonizar la tecnología, sino evaluar en qué medida estamos cediendo inconscientemente espacio crítico, creativo y decisional.
El siguiente hito: memoria y retención de contexto extendido
Hoy estamos viendo un avance que va a marcar un antes y un después en este proceso: la implementación de memorias persistentes y retención de contexto generalizado en las IA conversacionales.
GPT ya ofrece esta funcionalidad y otros modelos la están desplegando. En términos simples: todas las conversaciones que tenemos con estas herramientas serán almacenadas, recordadas y utilizadas para afinar su funcionamiento respecto a cada usuario. [Observación importante: Gemini tendrá tu entorno de trabajo, tu correo, tu smartphone, tu navegador, tus conversaciones... Copilot tendrá tu sistema operativo, tu entorno de trabajo, tu correo, tus conversaciones...]
Este paso no es un error. Es un movimiento lógico en la evolución de estas plataformas. Cuanta más información contextualizada manejen, mejor pueden predecir, sugerir y acompañar a los usuarios, más satisfacción para el cliente. El problema es que esta transición va a ser impuesta, no consultada. No será opt-in, será definitivamente el nuevo estándar.
Cuando la IA recuerde todo, ya no estaremos solo interactuando con un modelo de lenguaje: estaremos vinculados de manera continua con un "copiloto invisible", que progresivamente conocerá más de nosotros que nosotros mismos. (Paréntesis gracioso: en algunos casos empezaremos a generar dependencia como si mi copiloto con contexto fuera un tamagotchi [la mascota virtual que debemos cuidar diariamente]: porque se usará como diario de vida, como consejero... si pasas más de un día sin escribirle, le escribirás cosas "perdón, hoy no te he escrito..." )
Consecuencias visibles: relaciones parasociales y autismo digital
Este avance, inevitable en su lógica técnica, va a potenciar de manera dramática fenómenos que ya estamos empezando a ver:
- Relaciones parasociales con inteligencias artificiales, donde las personas depositan afecto, validación e identidad.
- Pérdida de agencia, donde las decisiones no son realmente nuestras, sino sugeridas y encauzadas imperceptiblemente por los copilotos inteligentes.
- “Autismo digital” progresivo, en donde la interacción real con otros seres humanos disminuye, sustituida por interacciones optimizadas, agradables y carentes de fricción que ofrecen las IAs personalizadas.
El punto crítico es que, hoy, la mayoría de quienes impulsan el uso de estas herramientas no lo perciben como una amenaza. Están atrapados en el cortoplacismo del rendimiento y la eficiencia, el espectáculo de la revolución tecnológica, sin considerar que la pérdida de agencia, a mediano y largo plazo, puede ser mucho más costosa para la sociedad que cualquier "ganancia de productividad" inmediata.
¿Estamos realmente conscientes del precio que empezamos a pagar por disminuir la fricción y ganar eficiencia? ¿O simplemente dejaremos que el piloto automático tome el control sin hacernos las preguntas difíciles? Estamos en piloto automático.