🤡 – Vacío técnico

🤡 – Vacío técnico

October 26, 2025

“It’s tough to make predictions, especially about the future.” —Niels Bohr

Este año, todo el año, viene a mi cabeza una y otra vez la anécdota que Joe Ramos nos contaba en la clase de Introducción a la Economía, no como máxima pero sí con una moraleja entre líneas: el lustrabotas de John F. Kennedy padre, un poco antes del crack de 1929, trató de darle consejo bursátil. Kennedy pensó que si hasta el lustrabotas anda hablando de acciones, es porque algo no anda bien. Me gusta mucho esta anécdota; sirve para ejemplificar.

Nada contra los lustrabotas —al contrario—, pero cuando un tema se vuelve tan vox populi que todos tienen una opinión, generalmente ya no hay conocimiento, solo hay ecos. Y hoy basta levantar una piedra para que aparezca un “experto en IA” (¿me incluyo?). Si la historia enseña algo, es que ese tipo de entusiasmo masivo no suele terminar bien. Para ser justos, hay un contrapunto, en defensa de todos, hay factores que pueden jugar a favor de que todos opinen: nunca estuvimos tan digitalizados como hoy, con tanto acceso a la información, con un software que devolviera lenguaje intelectualmente creíble, con un invento que impacte a tantas áreas distintas a la vez y también a millones de usuarios finales en simultáneo.

Lo que me preocupa es que nunca se ha hablado tanto de inteligencia artificial y futuro, y sin embargo, nunca ha habido tan poco pensamiento técnico real.

El espacio está lleno de brokers cognitivos: personas que no construyen tecnología, sino discurso sobre futuro y tecnología. No investigan, no codifican, no evalúan modelos; sobre todo, no construyen modelos. Pero dominan el escenario, las cámaras, los foros, los premios. Controlan la narrativa y eso basta para que la prensa los considere expertos, incluso para que el sector político se ponga a construir leyes.

Si una disciplina se vuelve altamente mediática y el conocimiento técnico real es escaso, quien controle el relato, será quien se considere autoridad.

No es culpa individual. Es un síntoma estructural. La economía del hype necesita figuras visibles; los medios necesitan historias; las instituciones necesitan referentes. El resultado es predecible: el humo se institucionaliza.

Lo peor —algo que intento reforzar todo el tiempo— es que el 95 % del discurso que se construye sobre IA y futuro, los productos e incluso la postura reactiva a legislar se basan principal y únicamente en los LLM (en GenAI)... ¡es hasta burlesco!

Como si solo eso fuera toda la IA, como si este pequeño subconjunto fuera la pieza clave y fundante de la revolución de la IA. En torno a este pequeño componente giran todos: desde OpenAI, Microsoft y Google hasta el futurólogo inspirado en YouTube y TikTok. 🤡

Detrás de ese humo hay algo más profundo: el vacío técnico. Ese vacío no es una carencia de datos o herramientas, sino de comprensión.


El nuevo experto

Hoy cualquiera se siente autorizado a opinar sobre IA. No porque entienda los fundamentos, sino porque ha usado un chatbot.

Entonces, como todos pueden ser "asesorados" de forma inmediata y gratuita. Todos se sienten seguros porque el software les dice qué opinar y pensar. El software cubre las zonas grises de conocimiento, el software piensa por ellos, performa inteligencia... hay que creerle.

Incluso —sobre todo en cargos altos, también en personas del mundo de TI— muchos no quieren formarse: creen que escribir prompts los convierte en expertos. Los equipos técnicos desconfían de toda capacitación porque la interfaz es sencilla, y confunden accesibilidad con comprensión. Y sobre todo, confunden la performance de intelectual con pensamiento crítico.

La gente delega pensar y se siente experta. Eso es lo que alimenta el vacío técnico. El vacío técnico está en que se habla mucho de futuro e IA sin tener experiencia dura y real en computación.

No se trata de arrogancia intelectual: es Thinking as a Service funcionando a escala. Una sociedad donde el acto de pensar se terceriza a un sistema que no piensa, solo predice. El resultado: todos opinan, nadie entiende.

(¿Se entiende por qué vuelve la anécdota de Kennedy y el lustrabotas una y otra vez?)


El espectáculo de la inteligencia

No estamos viendo un auge de la inteligencia artificial, sino un auge del lenguaje especulativo producto de la inteligencia artificial generativa.

Y ese lenguaje se vuelve un espectáculo. El experto deja de ser ingeniero o investigador; se transforma en performer. Da charlas sobre el futuro, repite lugares comunes, conecta “humanidad” y “tecnología” en un mismo tono motivacional.

Guy Debord ya lo sabía: el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social mediada por imágenes. El experto se vuelve la imagen del saber. Su autoridad no proviene de construir, sino de representar que construye. Esto del espectáculo no es nuevo, para nada. Pero, sí que es evidente el espectáculo en la actualidad. Y lo peor es ver cómo se va reconfigurando el mundo en base al show. Y acá no aplica "en el reino de los ciegos el tuerto es rey", porque los que están marcando la pauta en IA ni siquiera son tuertos.


Quizá conviene detenerse un segundo y mirar este escenario con algo de compasión. No deja de ser triste cómo nos comportamos los seres humanos cuando algo nuevo promete éxito o visibilidad. Muchos se han beneficiado económicamente del hype —y es comprensible; todos quieren vivir mejor—, pero lo que inquieta no es eso, sino hasta dónde están dispuestos a llegar, y cuántos ni siquiera se dan cuenta de que lo que hacen es puro ruido envuelto en buenas intenciones.

Se convencen de que reflexionar sobre “el futuro” ya es un acto valioso en sí mismo, cuando en realidad solo están amplificando expectativas vacías. No hay malicia, solo autoengaño. Y quizá por eso resulta tan desconcertante: porque la ilusión de estar haciendo algo importante se volvió una de las formas más rentables —y aceptadas— de no hacer nada. No es moralina ni juicio: sólo diagnóstico.